viernes, 30 de octubre de 2015

Lo simbólico y Oscar Wilde


“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”.
Calderón de la Barca           


¿Quién puede decir que, en algún momento de su dilatada carrera como psiquiatra, Sigmund Freud no tomó en cuenta las palabras de este Dramaturgo y poeta español - uno de los protagonistas del siglo de Oro de la literatura española, - como inspiración en la que apoyar su teoría del psicoanálisis? Ignoro si lo hizo pero, mientras el primero expresó con bellas palabras una interpretación del acto de vivir, el segundo, llegó a la conclusión de que: “Todo sueño, tiene un contenido manifiesto y otro latente”. En este sentido, Freud, nos da la clave para analizar la frase de Calderón y nos da a entender que, el uso de lo simbólico en el lenguaje, no es una prerrogativa exclusiva de poetas o pensadores. El más normal de los mortales, es decir cualquiera de nosotros, aún sin ser conscientes de ello, soñamos. Y es ahí, en el simbolismo de los sueños, donde reside la prueba evidente de que algunos contenidos pueden ser interpretados de manera diferente a como lo haríamos normalmente. Ese doble sentido, es una propiedad que reside en la relación del signo, como objeto o significado, y lo por él representado, es decir, lo que simboliza. Esto último también es inherente al símbolo como tal.

Para diferenciar lo manifiesto de lo latente, Carl G. Jung opone el signo al símbolo. El primero lo relaciona, sin más, con el objeto o su función, mientras que, al segundo, le otorga rango de universalidad y lo define como arquetipo. La morada de este último, es el inconsciente colectivo y por lo tanto nos concierne directamente a través de sus cualidades. Un ejemplo, es el concepto arquetípico de la madre y de cómo nos influyen los valores que, en ella, se ven representados. Las fábulas, los mitos, la hipnosis, la metáfora e incluso la locura, usan un lenguaje denso cargado de sentido y dirigido al hemisferio derecho de nuestro cerebro; esta parte, es la encargada de la  totalidad, la analogía y las sensaciones. El izquierdo, sin embargo, sigue la  lógica de las leyes del lenguaje, su estructura y su sintaxis. La importancia de esto estriba en que, el lenguaje figurado, sirve para dar luz a situaciones humanas de gran amplitud que, a su vez, recrean nuevas concepciones del mundo, mientras el izquierdo se encarga de los detalles. 


Una forma de ilustrar lo anterior es una frase de Oscar Wilde que dice,  “La única diferencia entre un santo y un pecador estriba en que todo santo tiene un pasado y todo pecador un futuro”.  Al margen del punto de vista hedonista del autor, el mensaje subliminal inscrito en la frase, sirve para llamar la atención sobre las miserias de la vida. Una vez más, como sucede cuando nos miramos al espejo, “el continente no es lo contenido”. Para cambiar, hay que saber qué debemos cambiar y en aquellas circunstancias en que las palabras nos limitan, solo el lenguaje figurado, lo simbólico, nos conducirá de lo inferior a lo superior.

domingo, 25 de octubre de 2015

Lo que Julio Verne no pudo imaginar

Está justificado que a la filosofía se llame ciencia de la verdad. Pues la meta de toda ciencia teórica es la verdad, y la de la ciencia práctica es la obra”.   Aristóteles

Reconozco que, mi espíritu de aventura, se formó con los libros de Enid Blyton que narraban aquellas fabulosas peripecias de cinco amigos, capaces de descubrir los enigmas más recalcitrantes. En cambio, mi actual forma de pensar, quedó marcada por la temprana lectura de autores como Julio Verne. Ambos escritores, tienen en común que alimentaron mi fantasía. Sin embargo, la diferencia estriba en que, mientras la primera situaba su narración en contextos cercanos, casi familiares, que más tarde yo podía usar como referencia en situaciones parecidas, Julio Verne, excitaba mi imaginación con inverosímiles escenas que, de niño, me parecían increíbles e irrealizables. Más tarde, no sin cierta fortuna, tuve ocasión de acceder a un submarino y también, de volar. Esto último, hasta hartarme, debido a mi profesión. Quizás por ello, pienso que la cotidianidad de lo actual, no es óbice para no constatar que siempre ha habido personajes capaces de adelantarse a su tiempo con una imaginación desbordante.

Ray Kurzweil, inventor además de escritor y experto en ciencias de la computación, anticipó con bastante precisión, hace ya veinticinco años en su libro "La era de las máquinas inteligentes, que, las personas, dispondrían de dispositivos electrónicos que les proporcionarían identidad automática, direcciones de navegación, además de comunicación móvil y diversos servicios. También, que  existirían gafas que permitirá a sus usuarios ver el entorno visual normal mientras recrean una imagen virtual que parecerá sostenerse en frente de ellos. En la actualidad, esos objetos ya existen y él está considerado como uno de los dieciocho pensadores más influyentes de Estados Unidos. Es consejero del ejército americano y desde 2012 director de ingeniería en Google.


Según una frase de William Blake, “Lo que ahora se considera realizado, antes fue imaginado”. En ese sentido y en lo que a mí respecta, estoy de acuerdo con este filósofo, pero tengo serias dudas sobre si todo lo anterior es fruto de un pensamiento lógico anticipado, o la consecuencia práctica y presumible  de los avances tecnológicos que algunos pocos tienen el privilegio de vislumbrar. Actualmente, la filosofía parece haber sido relegada a un segundo plano y se cuestiona su enseñanza en beneficio de lo puramente científico. Las realidades objetivables de los hechos, parecen tomar ventaja a las reflexiones filosóficas acerca de los conceptos fundamentales. No obstante, podemos considerar que, científicos como Einstein, Bohr u Oppenheimer son filósofos, de la misma manera como el filósofo Carl von Weizsäker es físico. Asimismo, podemos estar seguros que, dentro del ámbito del día a día, hay personas ocupadas en pensar a cerca de los hipotéticos escenarios de un futuro próximo, independientemente de que éste sea tecnológico, político o económico. Lo que ellos imaginan hoy, mañana será una realidad. 

Así pues, durante le entrevista que les ofrezco, quise preguntar a Rais Busom, filósofo y especialista en ciencias políticas, sobre el pensamiento actual y su futuro. Curiosamente, cuando le pregunté por sus preferencias, se definió a sí mismo como un “pensador digital”.


jueves, 22 de octubre de 2015

La libertad de elección

“Libertad no significa  decir lo que se  quiere, sino poder pensar libremente lo que se quiere decir”  

Tomamos decisiones porque nos sentimos libres, y nos sentimos libres, cuando podemos elegir. Es más, cuando no somos capaces de tomar una decisión nos quedamos parados, bloqueados y por lo tanto, podríamos significarlo como una falta de libertad. Por otro lado, cuando posponemos la decisión, la dejamos para mañana, o bien decidimos no hacer nada, lo paradójico es que aún no habiendo ejecutado la acción, tal vez nos sorprenda saber que sí hemos tomado una decisión. Decidir es ejercer la voluntad, es querer y eso es una muestra evidente de libertad. Podemos decidir que “no queremos eso”, pero no es posible “no querer” cuando se elige. Una segunda cuestión es que nos planteemos si al elegir, lo hacemos libremente.

Para ejercer la libertad de elección, en primer lugar, debemos tener múltiples opciones y éstas, deben estar a nuestro alcance. Es decir, no debemos tener limitadas las posibilidades de elección. El siguiente paso,  lo constituye el poder deliberar sobre esas mismas posibilidades bajo la tutela aconsejable de la prudencia. Respecto a esto último, no negaré que nuestra decisión puede verse comprometida por las creencias limitantes que hayamos adquirido a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, aún siendo así, el hecho de poder elegir sería a mi modo de entender, una muestra de libertad, de afirmación de la voluntad. Si por algún motivo no fuera dueño de mis decisiones, es evidente que deberé buscar al responsable de ellas.

A riesgo de parecer retórico, todo lo anterior era necesario decirlo para reforzar la idea de que, si bien la libertad absoluta no existe…  puesto que no elegimos ni el momento del nacimiento, ni el de nuestra muerte, gozamos de libertad suficiente para decidir nuestro futuro. De otro modo, no podríamos aceptar la versión de quien nos dice que nuestra vida nos pertenece y que, al tener libre albedrío, somos dueños de nuestro destino. También existe quien sostiene lo contrario, son aquellos que argumentan que la vida está determinada unívocamente por Dios o aquellos otros que, como Leibniz, considera que nuestras decisiones están determinadas por la obtención en cada momento de lo óptimo. Esto último, sería un condicionamiento psicológico, pero no afectaría a acto propio de la decisión; de ahí, la debida prudencia al elegir.


Tomamos continuamente decisiones y estas condicionan nuestra vida. Eso es importante para entender que, aquellas razones que nos ha traído hasta aquí, no tiene por qué  ser forzosamente las que nos sirvan para alcanzar el mañana. Podemos y debemos cambiar aquello que nos impide avanzar. La razón última es alcanzar la Felicidad y es por eso que debemos estar seguros que por difíciles que sean nuestras condiciones, siempre podremos cambiarlas. Aún en cuestiones tan nimias como el fumar, pero tan condicionantes para quien las sufre, deberíamos poder decir siempre aquello de… “No gracias”.  Si no podemos, tal vez debamos cuestionarnos si en ese caso somos, realmente libres.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Sin palabras

Lo más importante de la comunicación, es escuchar aquello que no se dice”.
Peter Drucker (1909-2005)

Sobran las palabras, pensó. Su mirada permanecía atenta a lo que estaba contemplando. Su amigo, también absorto, no acertaba a pronunciar palabra. En frente de ellos una visión que se repetía cada día, más o menos a la misma hora. Cogidos de la mano y extasiados por tanta belleza, asistían una vez más, al merecido reposo del astro rey. El Sol, con calculada languidez, cedía su protagonismo al concierto de estrellas emergentes que anunciaban la noche. Poco antes, mientras ella preparaba la cena y el ponía la mesa, tuvieron una encendida disputa. Una tormenta de verano que les pilló por sorpresa. Comenzó por un mal entendido y subió de tono hasta alcanzar la intensidad de una batalla. Luego, como sucede con  ese tipo de fenómenos, llegó la calma. Se miraron a los ojos y la tensión cedió. Bastó tan solo una mirada para que el silencio les recordara los argumentos que les unía. Sobran las palabras, pensó ella. Él, la cogió de la mano y ambos se sentaros en el porche.

Algunas veces, olvidamos que es imposible no comunicar, que el silencio es una forma de comunicación; que el gesto también es comunicación, incluso el tono empleado al hablar, es tan importante o más,  que el contenido. Las palabras, no siempre son acertadas y aún siendo las correctas, necesitan la confirmación del otro para llegar a la misma conclusión. La comunicación es acción en común, pero sobre todo es interrelación.  La comunicación tiene su clímax en la conducta.  Nos afecta a todos aún cuando no seamos conscientes de ello. Hoy más que nunca, la comunicación es global. Hay tantos terminales con acceso a Internet como personas. Estamos comunicándonos continuamente y paradójicamente, no somos capaces de ponernos de acuerdo en qué es lo que debemos comunicar.  El hombre es un animal social, que tiene su reflejo en los demás.

El lenguaje es la parte más visible del acto de comunicación. Por eso, al considerar el estudio de la comunicación humana, debemos tener en cuenta tres puntos de vista diferentes: la estructura o sintaxis, el significado o semántica y por último, la pragmática, es decir los efectos que producen su interpretación. El primero punto, se relaciona con la trasmisión de la información y resulta independiente del significado. El segundo, presupone que quien emite el mensaje y quien lo recibe, se han puesto de acuerdo o comparten de antemano su significado. El tercero, hace referencia a cómo influye la comunicación pragmáticamente en la relación entre el emisor y  el receptor. Esto último es lo que sugiere la interrelación. Es decir, Lo que el otro nos dice nos afecta y lo que decimos, influye en nuestro interlocutor. El cómo percibimos el mensaje y su significado, condiciona  nuestra conducta.


Autor de varios libros, “El pensamiento estratégico” y “La gestión del rumor”, el semiólogo Fabio Gallego nos ofrece durante el vídeo de la entrevista que le hice para el “Club del Espejo”, algunas de las claves que hacen fácil la comunicación con los demás.


miércoles, 7 de octubre de 2015

Cruce de caminos

“Si no sabes a dónde quieres ir, de poco te servirá tener un buen barco, desplegar las velas y mantenerte firme al timón…  no llegarás nunca”.  

En el libro “Qué dice usted después de decir Hola…” su autor, el psicólogo Eric Berne, expone la idea de que las personas siguen cursos de vida que tienen, de un modo más o menos estricto y definido, las opciones que las incluyen o las excluyen. Más tarde, Claude Steiner siguió desarrollando este concepto y, en función de lo experimentado con sus pacientes, determinó que, cuando se referían a sus vidas, existían tres tipos de pautas habituales. La primera, aquella cuya base estaba constituida por el “no amor”. La característica principal de esta pauta, reside en la desvalorización afectiva de la persona, la cual a su vez,  se considera a sí misma indigna de ser querida, o bien es incapaz de querer. A segunda, la de “no mente”, que  oscila entre el temor a volverse loco y la desagradable sensación de que no se es capaz de controlar aspectos de la propia vida. Por último, el “no gozo”, una forma de vida en la que las prohibiciones inciden en el conocimiento y disfrute del propio cuerpo. Existen otras pautas mucho menos dramáticas, que la mayoría de la gente sigue y que acostumbran estar programadas en gran medida por el sexo. No son excesivamente problemáticas pero, con el tiempo, quienes la siguen, caen en la tentación de soluciones radicales de huída o depresión.  Tanto Berne, como Steiner, coincidieron en llamar a este concepto “El guión de vida”.

Cada uno de nosotros llevamos una hoja de ruta, en la que anotamos las diferentes opciones y experiencias que hemos vivido hasta este momento. También  llevamos un mapa de intenciones, deseos y expectativas que nos servirá para alcanzar nuestro destino.  Sin embargo, no todos acertamos al leer el mapa y en consecuencia, nos extraviamos en el primer cruce de caminos que encontramos. Si esto sucede, como personas, experimentamos un vacío existencial y llegamos a perder de vista el propio sentido de la vida. Sin ningún propósito aparente y sin saber muy bien a donde querer ir, esperamos que alguien o algo decida por nosotros.  Frente a la adversidad del momento, nos conviene no olvidar que nos corresponde a nosotros cambiar nuestro guión de vida, darle sentido. Nietzsche dijo: “Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier como…”.


La  psicología, desde sus inicios, ha usado prolíficamente los mitos, las leyendas y los cuentos de hadas, es decir las historias contadas a los hombres en su infancia, para ayudar a sus pacientes a reflexionar sobre su vida de adultos. El paralelismo existente entre la personalidad del paciente y la identidad de algunos conocidos héroes, mitológicos o literarios, sirve de modelo para que éste,  pueda identificar su “Guión de vida”.  También nosotros podemos recurrir  a esas mismas fuentes como base documental para conocernos mejor. Los temas más populares son aquellos que tocan algunos de los temores más básicos de los seres humanos. El miedo, el amor o la libertad son algunos de los impulsos motivacionales al que recurren sus autores para dar sentido a sus historias. Esos mismos impulsos, cuando están ausentes, dan paso a  guiones verdaderamente dramáticos en algunas personas.

sábado, 3 de octubre de 2015

La Bibliomusicineterapia

“Toda batalla se basa en un engaño. Si tu enemigo es superior, evítale. Si tu enemigo está enfadado irrítale. Si estáis igualados, combate. Y si no, espera y recapacita”. De la película Wall Street.

Esta frase, es una de las joyas que podemos encontrar en el libro, atribuido al famoso estratega chino Sun Zu, “El arte de la guerra”. Su propuesta pretende definir una de las “reglas de oro” a tener en cuenta para poder sobrevivir en cualquier circunstancia. Su  valor añadido es que  puede ser aplicada tanto en los negocios como en la vida personal. En el caso de la película “Wall Street”, esta premisa es un fiel reflejo del grado de tensión que puede vivirse, cuando la confrontación es el principal o el único  medio, para alcanzar la meta fijada; especialmente, cuando el objetivo no depende de ti.

Algunas de las más famosas películas que hemos tenido ocasión de ver, basan su inspiración en los derechos adquiridos sobre un libro.  Literatura y cine son dos de los medios a través de los cuales podemos narrar una historia. Tanto en el libro como en la película, la estructura básica es similar: introducción, nudo y desenlace. Además, la película tiene el plus de incorporar música. La banda sonora, forma parte del argumento. Es más, en alguna de ellas, es su música lo que de verdad trasciende. Los sentimientos, se activan porque el texto o la película están especialmente construidos, para que sus personajes resuenen en ti. No es nada extraño, que al salir del cine o acabar de leer una novela, tengas a sensación de que, parte de tu vida, se ha visto reflejada en la historia. Es el momento de hacerla tuya… de darte cuenta que, si has reído en una escena, puedes recordarla más tarde cuando te sientas triste. Que, si su música te hizo sentir libre, puedes escucharla cuando te falta el coraje. Que, la lectura de este libro que aún tienes en tu regazo, ha servido para dar con la solución de aquel problema que tanto te preocupaba. En eso consiste la “Bibliomusicineterapia”.


He vuelto a mis orígenes. A recorrer las mismas calles que antaño me vieron crecer, a recordar sus olores y sus gentes. Demasiado tiempo ocupado en tratar de llegar a ningún sitio, de vivir en diferentes lugares, de empezar una y otra vez. El tiempo nos da otra perspectiva. Mis ojos ven de manera diferente. El paso, ahora tranquilo, me permite darme cuenta de lo antes seguramente me habría pasado desapercibido. Debo decir que me sorprendí al verlo.  La Bibliomusicineteca, es un lugar peculiar en donde se dan cita artistas, escritores, músicos y librepensadores. Un espacio que trata de conservar en su interior la historia. En los estantes abarrotados de libros, puedes encontrar retazos de sabiduría que yacen junto a melodías inolvidables grabadas en discos de vinilo. Películas olvidadas que cada lunes vuelven a la vida e incentivan la memoria viva de otros tiempos. Fue como un mazazo. De inmediato, me sentí atraído por su entorno y he querido aprovecharme de su existencia para dar paso a un viejo proyecto mío tantas veces pospuesto. Trasmitir aquello que he aprendido, mi experiencia, a través de la “Bibliomusicineterapia”

Todos tenemos un guión de vida que seguimos inconscientemente. Nuestra película puede ser dramática o cómica pero, lo más seguro es que aún permanezca en gran parte, como un misterio para nosotros mismos. “El Club del espejo” es un espacio para matizar y reconstruir esa narración que constituye la biografía de cada uno. Os espero a todos.