“La educación que le hace a uno necesitar un
producto está incluida en el precio del producto. La escuela, es la agencia de
publicidad que le hace a uno creer que necesita la sociedad tal como está”. Ivan Illich (1972)
El “espejo
social” que nos proyectan los medios de comunicación, propone como reflejo
de la sociedad actual, un modelo de conducta a mitad camino entre la ficción y la
realidad. Los héroes, salvan todas las barreras que les salen al paso mediante
una combatividad extraordinaria, o bien escapan de ellas, mediante su capacidad
para interpretarlas. Los primeros buscan el poder y los segundos tratan de no verse
afectados por él. Bajo estas “reglas del juego”, la batalla por el
futuro se presenta incierta. Si caemos en el engaño que nos proponen de ese "espejo social”, sin antes cuestionarlo, seremos
cómplices de una cultura calculada para convertirnos en los androides de Stars
Wars o, si lo prefieren, en las masas anónimas de los soldados del Imperio que solo tienen su sentido de ser, y su minuto de gloria, en las escenas de confrontación.
A tenor de lo que vemos cada día, en los programas
que tanto tiempo ocupan en nuestro televisor, podemos hacernos una idea del conjunto
de cualidades que podrían configurar el patrón de personalidad del triunfador
del futuro. En el “Arte de la guerra”, un libro de culto utilizado en algunas prestigiosas
escuelas de negocios, su autor, el estratega chino Sun Zu, nos dice: “Si
deseas ganar debes hacerte primero invencible, y luego esperar el error de tu
enemigo, ya que tus derrotas dependen de ti pero no así, tus victorias”.
Magistral lección que, mal interpretada, ha llenado los gimnasios de clientes
que buscan la perfección de su cuerpo, como valor diferencial. De guerrilleros
agazapados que esperan el fallo del compañero en el ámbito laboral y, por
supuesto, de sufridos ciudadanos, que cómo en el boxeo, encajan los golpes que les
da a vida, con la esperanza de sobrevivir al combate, en busca de una próxima
oportunidad.
Sin embargo, -¿Hay alguien que, a priori, quiera perder?- Bien entendida la lección que nos propone
el autor del “Arte de la Guerra”, nos está hablado de la disciplina necesaria para
fortalecer nuestra autodeterminación, de la humildad necesaria para reforzar
nuestro autoconocimiento y de la capacidad de recuperarnos de nuestros errores con
autoconfianza. Es decir, al aceptarnos cómo somos, podremos explotar nuestras
virtudes, esquivando la frustración del momento y encontrando en nuestro interior la fuerza que nos permita competir,
sin la necesidad de considerar al otro “un enemigo”.
La educación debe ser, necesariamente, un proceso por
el cual el conocimiento esté a disposición del ser humano para convertirlo en mejor
persona, nunca para adaptarlo a las necesidades de la sociedad. Es por eso que deben priorizarse los valores
frente las habilidades. Naturaleza y cultura, hombre y sociedad, se
interrelacionan y devienen responsables solidarios en la formación de la
personalidad del futuro individuo. Luchar para doblegar las influencias negativas
que pudieran pervertir la formación de la persona, es una tarea difícil pero
necesaria. Renunciar a esa lucha, es negarnos el futuro.
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