“La palabra chamán es, de hecho, usada vagamente para casi cualquier doctor brujo salvaje que se pone frenético
y tiene comunicación con los espíritus”.
E. Washburn Hopkins
La vida no deja de sorprenderme. Esta vez sucedió
durante la celebración del “Día de los
difuntos”. Fue ese mismo día cuando conocí a Jean Gabriel Foucaud, un
chamán que, con ocasión de la construcción de un altar de muertos mexicanos en
la asociación “La BiblioMusiCineteca”, vino a contribuir con su presencia a la
conmemoración del acto. Por lo insólito
para mí del momento, me propuse entrevistarlo para saber algo más sobre ese
mundo poco conocido. Un mundo conceptualmente mágico, que surgió de la
complejidad de las religiones animistas y creó, en las organizaciones tribales,
la figura del chamán. Un personaje capaz de moverse entre el mundo de lo oculto
y de lo natural. Función que acostumbra a realizar en un estado alterado de
conciencia y que le permite hablar con los espíritus para mediar entre ellos y
los hombres. Un personaje que ejerce su labor en el ámbito reducido de algunas comunidades
básicamente tradicionales.
Jean Gabriel Foucaud, ejerce en la actualidad de
chamán, pero anteriormente fue docente en el sur de Francia, psicólogo y desde
hace ya bastante tiempo psicoterapeuta. Nada que ver con los estereotipos del
curandero tercermundista a que nos tienen acostumbrados las películas de
aventuras. Su vocación surgió en un viaje a Centroamérica, y aunque ha tenido contactos con el chamanismo asiático,
se especializó en la cultura Mexicana. Tras años de estudios antropológicos,
tuvo conocimiento de los símbolos ancestrales que mostraban “el camino del
nagual”, con los que diseñó un conjunto de cincuenta y dos cartas, que usa para
realizar su función. En la entrevista quise saber las características que
resumen su labor en lo religioso, lo social y lo personal. Sus respuestas
fueron concluyentes y me ilustraron. Les recomiendo que vean y escuchen con atención, lo que Jean Gabriel
dice en la entrevista.
Por otro lado y a mi entender, es indudable que existe
un cierto paralelismo entre “el camino del nagual” y “la vía del Tarot”. Los
dos sistemas se basan en figuras cuyo simbolismo trasciende su aparente significado.
Ambos tienen su origen en la tradición y ambos, aunque con figuras obviamente
diferentes, sugieren ritos de paso o procesos iniciáticos. Alejandro
Jodorowsky, reconocido maestro en la interpretación de las cartas del Tarot, sería, a mi parecer, otra visión de la
realidad neochamánica actual a través de lo que él denomina “Psicomagia”. En su libro “Metagenealogía”, escribe lo siguiente: “la
psicomagia, propicia una situación individual de sanación en la que se alcanza,
en la propia realidad de dicha situación, una suerte de “sueño despierto”
consistente en cumplir de manera inofensiva una fijación irrealizable del
inconsciente, reparar una situación
traumatizante o integrar informaciones y cualidades positivas que se pensaran
imposibles”. Así pues, el éxito
terapéutico de ambos sistemas entraría en el ámbito de lo psicosomático,
entendiendo como tal, el poder de la mente sobre la materia. Y, en lo referente
a su uso como vehículo para la predicción, entiendo que queda estrictamente
recluido al ámbito personal de quien las maneja y quien cree en ello. Existe un
viejo proverbio que dice: “tanto si crees, como si no crees, será
siempre lo que tú creas”.
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