domingo, 25 de octubre de 2015

Lo que Julio Verne no pudo imaginar

Está justificado que a la filosofía se llame ciencia de la verdad. Pues la meta de toda ciencia teórica es la verdad, y la de la ciencia práctica es la obra”.   Aristóteles

Reconozco que, mi espíritu de aventura, se formó con los libros de Enid Blyton que narraban aquellas fabulosas peripecias de cinco amigos, capaces de descubrir los enigmas más recalcitrantes. En cambio, mi actual forma de pensar, quedó marcada por la temprana lectura de autores como Julio Verne. Ambos escritores, tienen en común que alimentaron mi fantasía. Sin embargo, la diferencia estriba en que, mientras la primera situaba su narración en contextos cercanos, casi familiares, que más tarde yo podía usar como referencia en situaciones parecidas, Julio Verne, excitaba mi imaginación con inverosímiles escenas que, de niño, me parecían increíbles e irrealizables. Más tarde, no sin cierta fortuna, tuve ocasión de acceder a un submarino y también, de volar. Esto último, hasta hartarme, debido a mi profesión. Quizás por ello, pienso que la cotidianidad de lo actual, no es óbice para no constatar que siempre ha habido personajes capaces de adelantarse a su tiempo con una imaginación desbordante.

Ray Kurzweil, inventor además de escritor y experto en ciencias de la computación, anticipó con bastante precisión, hace ya veinticinco años en su libro "La era de las máquinas inteligentes, que, las personas, dispondrían de dispositivos electrónicos que les proporcionarían identidad automática, direcciones de navegación, además de comunicación móvil y diversos servicios. También, que  existirían gafas que permitirá a sus usuarios ver el entorno visual normal mientras recrean una imagen virtual que parecerá sostenerse en frente de ellos. En la actualidad, esos objetos ya existen y él está considerado como uno de los dieciocho pensadores más influyentes de Estados Unidos. Es consejero del ejército americano y desde 2012 director de ingeniería en Google.


Según una frase de William Blake, “Lo que ahora se considera realizado, antes fue imaginado”. En ese sentido y en lo que a mí respecta, estoy de acuerdo con este filósofo, pero tengo serias dudas sobre si todo lo anterior es fruto de un pensamiento lógico anticipado, o la consecuencia práctica y presumible  de los avances tecnológicos que algunos pocos tienen el privilegio de vislumbrar. Actualmente, la filosofía parece haber sido relegada a un segundo plano y se cuestiona su enseñanza en beneficio de lo puramente científico. Las realidades objetivables de los hechos, parecen tomar ventaja a las reflexiones filosóficas acerca de los conceptos fundamentales. No obstante, podemos considerar que, científicos como Einstein, Bohr u Oppenheimer son filósofos, de la misma manera como el filósofo Carl von Weizsäker es físico. Asimismo, podemos estar seguros que, dentro del ámbito del día a día, hay personas ocupadas en pensar a cerca de los hipotéticos escenarios de un futuro próximo, independientemente de que éste sea tecnológico, político o económico. Lo que ellos imaginan hoy, mañana será una realidad. 

Así pues, durante le entrevista que les ofrezco, quise preguntar a Rais Busom, filósofo y especialista en ciencias políticas, sobre el pensamiento actual y su futuro. Curiosamente, cuando le pregunté por sus preferencias, se definió a sí mismo como un “pensador digital”.


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