
En el
libro “Qué dice usted después de decir
Hola…” su autor, el psicólogo
Eric Berne, expone la idea de que las personas siguen cursos de vida que
tienen, de un modo más o menos estricto y definido, las opciones que las
incluyen o las excluyen. Más tarde, Claude Steiner siguió desarrollando este
concepto y, en función de lo experimentado con sus pacientes, determinó que,
cuando se referían a sus vidas, existían tres tipos de pautas habituales. La
primera, aquella cuya base estaba constituida por el “no amor”. La
característica principal de esta pauta, reside en la desvalorización afectiva de
la persona, la cual a su vez, se
considera a sí misma indigna de ser querida, o bien es incapaz de querer. A
segunda, la de “no mente”, que oscila
entre el temor a volverse loco y la desagradable sensación de que no se es
capaz de controlar aspectos de la propia vida. Por último, el “no
gozo”, una forma de vida en la que las prohibiciones inciden en el
conocimiento y disfrute del propio cuerpo. Existen otras pautas mucho menos
dramáticas, que la mayoría de la gente sigue y que acostumbran estar programadas
en gran medida por el sexo. No son excesivamente problemáticas pero, con el
tiempo, quienes la siguen, caen en la tentación de soluciones radicales de
huída o depresión. Tanto Berne, como Steiner,
coincidieron en llamar a este concepto “El guión de vida”.
Cada uno de nosotros llevamos una hoja de ruta, en
la que anotamos las diferentes opciones y experiencias que hemos vivido hasta
este momento. También llevamos un mapa
de intenciones, deseos y expectativas que nos servirá para alcanzar nuestro destino. Sin embargo, no todos acertamos al leer el
mapa y en consecuencia, nos extraviamos en el primer cruce de caminos que
encontramos. Si esto sucede, como personas, experimentamos un vacío existencial
y llegamos a perder de vista el propio sentido de la vida. Sin ningún propósito
aparente y sin saber muy bien a donde querer ir, esperamos que alguien o algo
decida por nosotros. Frente a la
adversidad del momento, nos conviene no olvidar que nos corresponde a nosotros cambiar
nuestro guión de vida, darle sentido. Nietzsche dijo: “Quien tiene un porqué para
vivir, puede soportar casi cualquier como…”.
La
psicología, desde sus inicios, ha usado prolíficamente los mitos, las
leyendas y los cuentos de hadas, es decir las historias contadas a los hombres
en su infancia, para ayudar a sus pacientes a reflexionar sobre su vida de
adultos. El paralelismo existente entre la personalidad del paciente y la
identidad de algunos conocidos héroes, mitológicos o literarios, sirve de
modelo para que éste, pueda identificar
su “Guión de vida”. También nosotros
podemos recurrir a esas mismas fuentes
como base documental para conocernos mejor. Los temas más populares son aquellos
que tocan algunos de los temores más básicos de los seres humanos. El miedo, el
amor o la libertad son algunos de los impulsos motivacionales al que recurren
sus autores para dar sentido a sus historias. Esos mismos impulsos, cuando
están ausentes, dan paso a guiones
verdaderamente dramáticos en algunas personas.
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